Análisis
Este miércoles 20 de mayo, Donald Trump participó en una conferencia
telefónica de poco alcance con personas de la comunidad latina en
Estados Unidos a raíz del tema de la pandemia de Covid-19 que ya ha
dejado más de un millón y medio de contagios y más de 60 mil fallecidos. En el contexto de esa reunión, Trump afirmó que tiene al gobierno de
Nicolás Maduro “rodeado”. “Le tenemos rodeado a un nivel que nadie
conoce, pero ellos sí lo saben”, precisó Trump. A modo de amenaza afirmó
que “Algo pasará (en Venezuela), porque no vamos a aguantarlo”, sin
ofrecer mayores detalles.
Esta declaración que preanuncia una nueva agresión contra la República Bolivariana ocurre días después de que fuese desmantelada la Operación Gedeón, a cargo de Juan Guaidó y de la firma de mercenarios estadounidense Silvercorp.
Esta declaración que preanuncia una nueva agresión contra la República Bolivariana ocurre días después de que fuese desmantelada la Operación Gedeón, a cargo de Juan Guaidó y de la firma de mercenarios estadounidense Silvercorp.
Aunque la Administración Trump negó en su momento cualquier vinculación con la fallida incursión marítima contra el país, estas declaraciones dejan ver que la apuesta por una acción de fuerza en el campo militar sigue estando sobre la mesa.
El jefe de la Casa Blanca y los halcones que lo rodean han insistido en que “todas las opciones están sobre la mesa”, pero a medida que ha avanzado el tiempo “todas esas opciones” se han venido reduciendo a una: la guerra tercerizada y por delegación.
El anuncio de que “Algo pasará (en Venezuela), porque no vamos a aguantarlo” solo indica el camino de una nueva agresión, y podría tener que ver con el trayecto de cinco buques iraníes cargados de gasolina con dirección a Venezuela en estos momentos.
Washington ha elevado la tensión al máximo anunciando represalias por el envío de estos buques que ayudarán a aliviar la escasez de gasolina en Venezuela generada por el bloqueo estadounidense y el sabotaje a la industria petrolera nacional, contribuyendo al transporte de pacientes de Covid-19, alimentos, medicinas y otros bienes básicos a lo interno del país en medio de la pandemia.
Al amenazar con represalias, EEUU ha quedado expuesto como el actor responsable del deterioro de la vida social y económica del país.
La República Islámica de Irán también ha respondido, aclarando que tomaría medidas categóricas si Estados Unidos pone en peligro los buques.
Por su parte, el ministro de Defensa de Venezuela, general Vladimir Padrino López, anunció que las aeronaves y buques de la FANB custodiarán los tanqueros para que arriben seguros a Venezuela.
Washington ha ofrecido una recompensa de 15 millones de dólares por la cabeza de Maduro en un acto de guerra que violenta la Carta de Naciones Unidas. A esa amenaza directa contra la vida del jefe de Estado, se suma el uso de Colombia como país proxy de la intervención y los intentos de seducir a militares venezolanos para que derroquen a Maduro.
Trump aprovechó el encuentro con una mínima fracción de la comunidad latina para proyectar este nuevo mensaje amenazante.
Considera que una acción de fuerza contra Venezuela, pero también contra Irán a raíz del envío de buques cargados con gasolina, le permitirá anotarse un gol geopolítico y electoral, atrayendo a los votantes latinos y al mismo tiempo a los evangélicos sionistas que exigen una confrontación con Irán, apalancando a lo interno de Estados Unidos las ambiciones regionales de Israel a través de sus referentes políticos Mike Pompeo y Mike Pence.
A medida que aumentan las amenazas, lo hacen también las probabilidades de que Washington intente una maniobra de intimidación contra los buques iraníes o que esté preparando una acción quirúrgica para atacar a la alta dirigencia del país.
La Casa Blanca está necesitada de un golpe de efecto que le permita sacudirse el fracaso de la Operación Gedeón, por lo que es probable que nuevamente estén afilando los cuchillos para una acción armada o una operación de bandera falsa (¿algún “atentado” contra Guaidó?).
El envío de buques iraníes es visto como un desafío a la renovada Doctrina Monroe estadounidense y al despliegue aeronaval del Comando Sur. Reclaman el Mar Caribe y el Atlántico oriental como su “lago interno”, donde solo pasan los buques autorizados por ellos.
De un zarpazo, EEUU está disolviendo el derecho marítimo internacional, la libertad de comercio y la soberanía de los países sobre sus aguas territoriales. Por estas razones es que las maniobras contra Venezuela definen a escala macro la política exterior de Washington hacia todo el continente.
Luego de perder el debate del día de ayer en el Consejo de Seguridad de la ONU tras una reunión convocada por Rusia para tratar el tema de la incursión fallida, Trump ha respondido marcando una posición agresiva y confrontativa, abriendo nuevamente la posibilidad de un golpe sanguinario, acorde a la historia de la intervención estadounidense en el continente latinoamericano.
Previo a la Operación Gedeón, Mike Pompeo afirmó que “Maduro debe irse”. El halcón Elliott Abrams, también dijo que si Maduro no renunciaba su salida del poder igualmente ocurriría pero de una forma más “brusca” y “peligrosa”.
Ahora Trump advierte que tiene a Maduro “rodeado”.
Todos los caminos apuntan al intento perpetuo del magnicidio.
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