El fundador de la dinastía Neumann llegó de Checoslovaquia con una mano delante y otra atrás, pero el apoyo del gobierno militar de la Venezuela de 1949, el tráfico de influencias y el apoyo decidido de las empresas petroleras norteamericanas hicieron posible que los Neumann construyeran un imperio empresarial donde la idea de las mayorías nacionales empoderadas es despreciada y el afán de hegemonía de los ricos priva sobre cualquier otro cometido.
Misión Verdad
En los últimos días, la emisaria de Juan Guaidó en Reino Unido, Vanessa Neumann, ha sido nuevamente noticia en el panorama nacional.
Esta vez el foco de atención está dado por las amenazas de muerte que profirió contra el presidente Nicolás Maduro a través de su red social Twitter y las reacciones cruzadas que se generaron a partir de allí.
Para desviar la atención, Neumann acusó, sin pruebas, a varios periodistas que defienden a Venezuela de integrar una especie de “red criminal transnacional” y aseveró que su empresa de análisis de riego, Asymmetrica, ha enviado los perfiles de los periodistas al FBI y el Departamento de Justicia de EEUU con un tono abiertamente amenazante.
En el pasado, la emisaria de Guaidó en Reino Unido también ha sido centro de atención en la política nacional de Venezuela. En septiembre del año pasado se filtró un audio donde afirma que Guaidó debe evitar el reclamo sobre el Esequibo para granjearse la continuidad del apoyo de la Foreing Office del Reino Unido.
Hace pocos meses, un reportaje del periodista canadiense John McEvoy en el medio The Canary desveló que la intención de Neumann de retirar el reclamo de Venezuela sobre el Esequibo iba mucho más allá. Se trataba de una colaboración mucho más profunda para beneficiar los intereses políticos y económicos del Reino Unido a largo plazo.
Según los documentos públicos obtenidos en la investigación de McEvoy, Neumann y altos funcionarios del gobierno británico habían instalado una “unidad de reconstrucción” secreta para coordinar acciones en el marco del cambio de régimen contra Venezuela y para favorecer a las compañías inglesas en un escenario post-golpe, quienes conseguirían un acceso exclusivo en el mercado venezolano y sus sectores estratégicos.
Neumann es todo un ícono de los sectores más extremistas de la política venezolana y continental: acusa falsamente, y de forma permanente, a Venezuela de tener vínculos con Hezbolá, su empresa Asymmetrica tiene contactos en la estructura de las agencias de espionaje estadounidense y es una exponente de la línea dura del golpe. Es consecuente con lo que quiere oír la fanaticada de la ultra derecha.
La emisaria de Guaidó también simboliza los rasgos antivenezolanos que han configurado históricamente la mentalidad de la oligarquía. Vanessa Neumann es el último eslabón de una de las familias más ricas de Venezuela, y su comportamiento describe con bastante nitidez su conciencia de clase sin atributos nacionales y la formación de su abolengo.
La familia Neumann representa uno de los grupos económicos más grandes del país. En la Oligarquía del dinero, Domingo Alberto Rangel ubicó a los Neumann entre los 12 principales grupos dominantes de la economía venezolana, muy cerca de Polar, la familia Delfino y de los Phelps en cuanto a patrimonio acumulado se refiere.
El cacique de la familia es Hans Neumann (abuelo de Vanessa), ciudadano de la antigua Checoslovaquia que emigró a Venezuela en 1949. El historiador Antonio García Ponce destaca que Hans y su familia salieron del país europeo “porque era imposible volver a tener bajo la dominación comunista la fábrica Montana levantada por el padre”.
Y de aquellos barros, estos lodos: la inquina de Vanessa frente al chavismo tiene relación con el rechazo ideológico de su abuelo al Partido Comunista de Checoslovaquia, formado luego de que la Unión Soviética liberara al país de la ocupación nazi.
Hans Neumann llegó a Venezuela con una mano delante y otra atrás. Pero dos cosas estaban a su favor. Un tío de Hans, Richard Barton, había hecho una pequeña fortuna en Estados Unidos y le dio un préstamo para que montara una fábrica de pinturas (Montana).
El apoyo financiero de las instituciones del gobierno militar en Venezuela de aquel entonces hacia los inmigrantes europeos, fue otro factor clave para que la fábrica de Neumann aumentara su capacidad de producción rápidamente.
El siguiente paso fue entrar en la dinámica de los grupos de poder ya en proceso de consolidación. Antonio García Ponce y Domingo Alberto Rangel coinciden en que el empresario Eugenio Mendoza realizó los primeros pedidos exclusivos a la fábrica de Neumann, dándole un espacio privilegiado en el mercado venezolano. El contacto con Mendoza impulsó que Montana se volviese una proveedora de las compañías petroleras extranjeras y otros grandes monopolios estadounidenses instalados en el país.
El rentismo petrolero y el tráfico de influencias con la endogámica oligarquía criolla fueron sus bases de sustentación material.
Ese rápido ascenso le dio forma al famoso Grupo Corimon, una corporación que ya en la década de 1950 no sólo producía pinturas sino una variedad de productos químicos y envases industriales. En 1979 pasó a cotizar en la Bolsa de Valores de Caracas y en 1993 en la de Nueva York (Wall Street), en el marco de un proceso de expansión internacional de Corimon: el grupo tiene presencia comercial a través de filiales en Estados Unidos, Colombia, México, Costa Rica y otros países actualmente.
El abuelo de Vanessa Neumann no sólo se dedicó a los negocios. Como empresario acaudalado en un país insolado de pobreza y miseria, sabía que era necesario crear aparatos ideológicos que legitimaran su riqueza y fomentaran ideas de libre mercado. En resumen, financió los instrumentos ideológicos que le servirían de protección.
En consecuencia, inyectó dinero a la creación del Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA), donde se forman cuadros tecnócratas del neoliberalismo, y también a los medios de comunicación El Diario de Caracas y Tal Cual. En 1964 creó el Instituto de Diseño Neumann, ganando influencia en el creciente negocio de la publicidad y el mercadeo.
La llegada de Chávez a la presidencia fue vista por la acaudalada familia Neumann como un peligro. Y era coherente esa intuición con respecto a sus intereses de clase: el grupo Corimon abandonaría la posición privilegiada que tuvo, política y económicamente, desde los años 50.
Así lo retrató Teodoro Petkoff, su amigo personal y beneficiario de su apoyo económico, en el año 2000:
“Nunca olvidaré la respuesta que me dio, hace veinte meses, en enero de 2000, cuando le expliqué el proyecto de TalCual como quijotesca contribución a la lucha por la preservación de los espacios democráticos en el país. Solo dos frases, separadas por un punto y seguido: ‘Te voy a ayudar’. ‘Te quiero ayudar’. Hans, desde luego, nunca pensó en esto como ocasión de lucro. A aquellas alturas de su vida, ese formidable capitán de empresas no necesitaba nuevos negocios. Además, sabía que no le quedaba mucha vida por delante. Alguna vez, con naturalidad, habló de ‘cuando yo falte’”.
Para ese entonces, la descendencia de Hans Neumann (incluida Vanessa) ya vivía en Estados Unidos, integrada en prestigiosas universidades de élite para continuar con su legado empresarial y de defensa del libre mercado que había perdido vigencia en la nueva época venezolana abierta por el chavismo.
El viejo Neumann, en un último respiro, redobló su apoyo a Tal Cual (lo que reconoce el mismo Petkoff), medio de comunicación que participó directamente en el golpe de estado fallido de abril de 2002 contra Hugo Chávez.
La actitud antivenezolana de Vanessa Neumann, y su permanente vocación a la entrega del país, describe con suma nitidez la inquina histórica de los ricos contra el chavismo. Y ello no se debe a que su posición privilegiada a nivel económico se haya visto trastocada, cosa que solo ocurrió parcialmente en el caso del Grupo Corimon, aún activo en Venezuela, sino porque sus ideas y sus valores, así como sus figuras, perdieron popularidad y atractivo.
Vanessa Neumann busca rescatar ese legado a la fuerza: recuperar ese país arrodillado donde el nombre de su abuelo adornaba calles, avenidas y premios del ecosistema de la producción cultural; cuando las ideas del viejo Neumann eran la carta de navegación del país y su figura ampliamente reconocida y aplaudida.
Perder eso duele mucho más que toda la riqueza acumulada a la sombra del rentismo y del tráfico de influencias con la oligarquía criolla.
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