Sanciones y amenazas de EEUU a empresas alejan al venezolano de las medicinas en pandemia

Medicamentos


Comerciar con Venezuela se ha vuelto para muchas empresas extranjeras un gran dilema. Las sanciones y amenazas de EEUU para "asfixiar" completamente al país hacen que algunos empresarios extranjeros se abstengan de vender a empresas venezolanas por temor a que sus bienes sean congelados o EEUU se aparezca con procesos sacados de la manga para perseguir, arruinar y encarcelar a quienes cometan el crimen de vender alimentos o medicinas a nuestro país. Los casos de Alex Saab y de los empresarios mexicanos son emblemáticos. La situación genera sobre costos que los paga el usuario final.

Como consecuencia de las crueles medidas de persecución económica aplicada por EEUU contra Venezuela, en el marco de las operaciones de cambio de régimen, la inflación es la constante debido a los contantes aumentos de precios de los productos importados, que a su vez presionan al alza a los productos nacionales, por aquello de los equilibrios. Esto aleja a los venezolanos no solo de los alimentos, sino también de las medicinas, principalmente aquellas que son para patologías crónicas como neurológicas, hipertensión arterial, diabetes, cardiovascular y Parkinson.


La última vez que Juan Hernández encontró memantina y donepezilo para su hermana y cuñado que padecen la enfermedad de Alzheimer, decidió comprar varias cajas para asegurar el tratamiento por varios meses, tomando en cuenta que se trata de productos importados que no siempre se consiguen en el país debido a las brutales sanciones que EEUU aplica contra Venezuela desde hace 9 años y que desde 2017 aunentaron su intensidad y crueldad.

Eran los primeros días de marzo, antes de que el gobierno confirmara los primeros casos de coronavirus y ordenara a todo el país a confinarse en sus hogares. Cada caja de memantina de 30 píldoras costaba entonces 810.000 bolívares, el equivalente a unos 11 dólares al cambio vigente en el mercado paralelo para ese momento (Bs. 75.100/dólar); mientras que por cada empaque de 28 pastillas de donepezilo pagó Bs. 466.000 (unos 6,5 dólares).


Pero llegó la pandemia y el aumento de las sanciones y amenazas a empresas extranjeras que suministran medicamentos a Venezuela, trajo consigo la escasez de algunas medicinas, en particular de aquellas especializadas como los productos para la memoria. Cuando a finales de junio volvió a conseguir memantina, el precio se había disparado a seis millones de bolívares ($30 para el momento), un alza de más de 740%, y esto porque compró las últimas cajas a ese precio pues el nuevo costo era de 18 millones el empaque (cerca de $82).

En el donepezilo el incremento fue mayor: 1.828% en tres meses, al dispararse a Bs. 8.520.000 la caja de 28 unidades (unos 38 dólares). “Los medicamentos para el Alzheimer siempre fueron costosos, pero el aumento en dólares ha sido exagerado”, señala Hernández, a quien no le queda duda de que la demencia senil se ha disparado en el país ante la imposibilidad de muchos pensionados de poder pagar esos precios.


También a finales de marzo, Antonio Molina adquirió tres cajas de tamsulosina por 10 dólares ($3,3 cada una). Pensó comprar más, pero cuando regresó a la farmacia ya no había. Dos meses después, cuando el esquivo producto volvió a los anaqueles, no podía creer el monto: entre 15 y 25 dólares, según el laboratorio fabricante fuera europeo o estadounidense; un alza de 757% en dólares, algo impensable en ningún país donde esa sea la moneda de uso común.


Un virus llamado  sanciones y amenazas de EEUU
Las medidas coercitivas unilaterales e ilegales de EEUU no solo alejan del alcance de los venezolanos los alimentos, también las medicinas, principalmente aquellas que son para patologías crónicas como hipertensión arterial, diabetes y parkinson. Según la Comisión de Finanzas de la opositora Asamblea Nacional (AN), la inflación del rubro de salud, que incluye precios de medicamentos y costos de servicios médicos, fue de 436% en el primer semestre de 2020. Todo ello a consecuencia de las dificultades que tiene el país para exportar su producción petrolera, el congelamiento de sus activos y el problema que supone comprar en el exterior algo para traer al país por el temor de las empresas a ser llevadas a la ruina y sus dueños perseguidos y encarcelados por EEUU bajo acusaciones de todo tipo, que ocultan la intención de producir dolor y muerte en nuestro país.


Con los casi 2 millones que costaba en julio en algunas farmacias una presentación de losartán potásico con 30 pastillas de 100 mg, una persona hipertensa se compraba cuatro cajas en enero, cuando tenía un precio de 450.000 bolívares. La mayoría de los pacientes que padecen hipertensión son adultos mayores.

Fuentes del sector farmacéutico nacional explican que las medicinas elaboradas en el país se han encarecido en buena parte por el aumento del precio del dólar, pues 98% de los insumos que se requieren para la fabricación de los productos son importados, importación que a su vez padece los rigores de las brutales sanciones y amenazas de EEUU.

"Hoy el paciente venezolano no tiene acceso a medicamentos, tiene que tomar la decisión entre comer y medicarse", afirma Freddy Ceballos, presidente de la Federación Farmacéutica Venezolana (Fefarven). "En 2017 vendíamos entre 200 y 300 unidades diarias, ahorita estamos por debajo de 100 unidades diarias. Da mucho dolor cuando alguien llega a la farmacia y ves que luego de darle el precio se va porque no lo puede pagar, y a lo mejor es algo que no es ni tan caro pero simplemente no lo puede pagar". Es la crueldad de unas sanciones diseñadas para matar inocentes.

El precio promedio de un medicamento en Venezuela está todavía muy por debajo de la media de la región, que es de entre nueve y 12 dólares, de acuerdo con Tito López, presidente de la Cámara de la Industria Farmacéutica (Cifar). «Nosotros tenemos todavía productos entre dos y tres dólares para terapias crónicas. Si bien es cierto que hay algunos medicamentos que superan los nueve dólares, son muy puntuales y son casos específicos, pero aun sigue siendo mucho más económico».

Abastecimiento
El presidente de la Cifar señala que nueve de los 10 primeros productos de mayor venta en el mercado farmacéutico venezolano son analgésicos antiinflamatorios. "En un mercado normal, con una industria sana, los primeros productos de venta del mercado farmacéutico son para enfermedades crónicas".

En este sentido, Ceballos explica que la fuerte caída del consumo es una de las razones por las cuales los anaqueles de las farmacias se mantienen abastecidos. "La escasez no es que ha disminuido ni hay una sobreproducción, sino que las personas no tienen acceso a los medicamentos. Están en los estantes porque la gente no los puede pagar y hemos tenido que reducir la compra. Al haber poco acceso a medicamentos se requieren menos unidades".


Las sanciones han destruido el PIB, que se ha contraído desde hace casi 7 años seguidos, como consecuencia de la andanada de sanciones a PDVSA y a sectores económicos y financieros claves, comenzada hace 9 años.

Ceballos también plantea que el Estado ayude con transferencias directas a las personas que más lo necesiten para que puedan alimentarse y medicarse, y así mantenerse protegidos en sus casas sin la necesidad de salir a la calle a arriesgarse a un contagio para "rebuscarse" el sustento.


Aunque el gobierno hace grandes esfuerzos a través del Carnet de la Patria o los CLAP, es indudable que la brutalidad de las sanciones que impiden inclusive que nuestro país pueda vender su petrólo o adquirir aditivos para fabricar gasolina, hacen muy difícil cubrir al 100% las demandas de las personas, que en última instancia son los objetivos estratégicos de las sanciones. Causar daño a la gente, producir hambre o matarla por falta de medicinas ha sido el objetivo de las sanciones contra Venezuela y contra todos los países a los que EEUU le ha aplicado las mismas.

Otra razón que explica la oferta de fármacos es la liberación de restricciones y pago de impuestos por importación a medicinas terminadas. Sin embargo, Ceballos, quien es opositor, critica que el Estado permita que entren al país medicinas y sean comercializados sin tener el registro sanitario venezolano otorgado por el Instituto Nacional de Higiene Rafael Rangel, solo el del país de origen.

"El ministro de Salud debería recapacitar con respecto a eso", afirma. Aun así, señala que hay escasez intermitente de productos para patologías neurológicas, endocrinológica, parkinson y diabetes, entre otras. Como resulta lógico dada la cantidad de trabas que comprar para traer a Venezuela implica.

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